La Opinion
César Chávez y la Ira de las Uvas en California
El legendario líder campesino fue uno de los primeros en denunciar los efectos mortales de algunos pesticidas
Lucero Amador,
Reportera de La Opinión
Lunes, 20 de agosto de 2001
Hombres y mujeres compartían el mismo trabajo. El mismo terreno y las mismas injusticias.
El azadón era su yugo y los pesticidas su veneno. Unos quedaron lastimados y más de alguno murió. No había protestas, sólo obediencia y aquel que se atreviera a reclamar algo era despedido, según narran los que lo vivieron.
"Nunca nos tomaban en cuenta (los contratistas) y decir algo era perder el trabajo", contó Jesús Quevedo, un campesino que organizó a varios de sus compañeros durante el movimiento iniciado por César Chávez en la década de los años 60.
Fueron las condiciones laborales el principal reclamo de las protestas y huelgas realizadas por Chávez durante aquella época.
Dentro de la lluvia de peticiones estaba la del retiro de los pesticidas peligrosos, productos químicos que afectaban la salud de los campesinos.
Los pesticidas eran un problema "serio" entre los trabajadores, recordó Quevedo, porque con el paso del tiempo y la frecuente exposición a ellos comenzaron a provocarles efectos en la piel y otros tuvieron diversos padecimientos.
"Laborábamos entre el cultivo fertilizado, con los pesticidas apenas aplicados, así es que salíamos con ronchas en la piel o con los ojos llorosos", explicó.
Era tanta la irritación del producto que los campesinos y campesinas, aún cuando recorrían varias millas de regreso a su casa, sus ojos continuaban llorosos, dice Quevedo.
La situación comenzó a cambiar cuando, poco a poco, los trabajadores agrícolas se unieron al líder campesino César Chávez y exigieron a los rancheros evitar los pesticidas.
"La verdad, yo no creía en él [en Chávez]", dice Quevedo de 67 años. "Escuchaba hablar de sus protestas, me decían que me uniera al sindicato, pero nada me convencía. Acababa de llegar de México, pensaba que esos problemas no eran míos, no me importaban. Creía que a mí no me beneficiaba esa lucha y que, además, como cualquier sindicato mexicano sólo querían robar a la gente".
Pero Jesús tuvo que retractarse al poco tiempo. Un accidente de trabajo lo hizo reaccionar y en la primera oportunidad se unió a Chávez.
Según Quevedo, varios de sus compañeros tuvieron enfermedades provocadas por los pesticidas que los llevó a la muerte. A otros, como a su esposa Oralia, que también trabajó junto con él en el campo, le dejó padecimientos, como el asma.
Revolución pacífica
Luego de conocer tantos casos de injusticia en un lugar y en otro, Chávez comenzó una "revolución pacífica" para lograr que se respetaran los derechos de los campesinos de California. Pero, años más tarde, esa lucha se extendió por toda la nación.
En 1962, César fundó la Asociación Nacional de Trabajadores Agrícolas (NFWA) que más tarde se convirtió en el Sindicato de Trabajadores Agrícolas (UFW), con la ayuda de Dolores Huerta, quien ya había comenzado las huelgas con campesinos filipinos y latinos.
Durante ocho años, el número de miembros de la organización fue muy bajo porque, según Quevedo, muchos como él no creían que un sindicato pudiera lograr una mejora a su situación
Pero a principios de los 70, el buen liderazgo de César y sus tácticas de no violencia que incluían ayunos, boicot, marchas y huelgas, los miembros de su sindicato aumentaron a 50 mil.
Entre las demandas que Chávez y sus seguidores incluían en sus protestas, era el cese del uso de pesticidas, el retiro del uso del azadón, el derecho de los campesinos a sindicalizarse y el pago de un salario digno.
Estos reclamos pronto encontraron eco entre las asociaciones laborales, los grupos religiosos, los estudiantes y las minorías. Todos ellos se integraron en un poderoso movimiento pacifista conocido como La Causa.
"Eran días de verdaderas protestas", cuenta Quevedo. "Recuerdo la huelga de hambre del 68, que duró 25 días, en la que César pedía el retiro de los pesticidas".
Chávez nunca dudó en sacrificar su propia vida y ayunó en varias ocasiones. Después del ayuno de 1968 vino el de 1972 donde estuvo sin comer durante 24 días y lo volvió hacer en 1988 por 36 días.
Pero aún con sus ayunos, el boicot contra los grandes productores de uva de California, que se negaban a eliminar el uso de pesticidas, se prolongó por más de dos décadas.
La ira de las uvas
Parafraseando el título de la famosa novela de John Steinbeck, en 1986 Chávez inició la famosa campaña denominada La Ira de las Uvas, para denunciar públicamente los perjuicios sufridos por los trabajadores y sus hijos debido al uso de pesticidas en los campos.
Actualmente la batalla entre la UFW y la agroindustria de California no tiene las mismas controversias ni notoriedad de hace 20 ó 30 años.
Dick Meister, columnista de San Francisco, quien escribió un artículo para La Opinión, señala que a pesar de que la UFW que encabezó Chávez obtuvo a través de los años mejores condiciones de trabajo, todavía una inmensa mayoría de trabajadores agrícolas vive en la pobreza.
"Sus condiciones de trabajo y vida son una verdadera desgracia nacional", señaló el coautor de Era hora: lucha por sindicalizar a los trabajadores agrícolas de Estados Unidos.
Sin embargo es reconocible que las condiciones de los trabajadores del campo organizados, según los dirigentes actuales del sindicato, han mejorado.
Ya no se utilizan los azadones de mango corto que obligaban a los campesinos a doblar su espalda durante jornadas enteras de trabajo. Hay un uso mucho más regulado de los pesticidas y en la mayoría de los campos hay baños portátiles y agua potable.
Arturo Rodríguez, líder actual de la UFW, dijo que una de las victorias obtenidas por el sindicato fue la eliminación de muchos pesticidas.
"La cruzada de César Chávez de eliminar el uso de cinco de los elementos químicos más tóxicos que afectaban a los campesinos y a sus familias ha sido largamente exitosa. No es justo pedir a nuestros seguidores continuar con este boicot cuando el sindicato debe dedicar sus recursos actuales a organizar y negociar contratos", dijo Rodríguez en una carta dirigida a un grupo de apoyo.
Nota de La Opinión
Copyright: La Opinion